Los Mundiales de ciclismo: historia, ganadores y ranking de victorias

En este artículo repasaremos la historia de este evento, destacando los ciclistas con más títulos tanto en la categoría masculina como en la femenina, y analizaremos a aquellos cuyos triunfos han dejado una huella indeleble en la historia del ciclismo. Además, recomendaremos algunos libros que nos permitirán conocer a fondo a figuras clave como Eddy Merckx, Peter Sagan y Julian Alaphilippe. Leer más
En el vasto mundo del ciclismo, hay nombres que resuenan con un eco especial, dejando una huella imborrable en la historia de este deporte apasionante. Uno de esos nombres es el de Eddy Merckx, un ciclista belga cuyo legado sigue reverberando décadas después de que dejara su última huella en el pelotón. En este artículo, nos sumergiremos en la vida y carrera de Eddy Merckx, explorando quién era este legendario corredor y cómo su presencia marcó una era dorada en el ciclismo.
Eddy Merckx en los Campeonatos del Mundo de 1968 en Imola. (Foto de Rolls Press/Popperfoto/Getty Images)
Eddy Merckx nació el 17 de junio de 1945, en Meensel-Kiezegem, una pequeña localidad de Bélgica. Desde temprana edad, mostró una inclinación hacia las bicicletas, una pasión que pronto se convertiría en su destino. A medida que crecía, sus habilidades sobre dos ruedas se volvían más evidentes, y a los 16 años, ya estaba compitiendo en el mundo del ciclismo amateur.
Su ascenso meteórico en el ciclismo profesional comenzó en la década de 1960, y rápidamente se ganó el apodo de «el Caníbal». Este apodo no solo reflejaba su apetito voraz por la victoria, sino también su capacidad para devorar competiciones enteras, dominando en todos los terrenos y escenarios.
Eddy Merckx no solo fue un ciclista talentoso, sino un verdadero tirano en las carreteras. Su carrera estuvo plagada de triunfos asombrosos, abarcando todas las grandes carreras y clásicas que el mundo del ciclismo tiene para ofrecer. Desde la París-Roubaix hasta la Milán-San Remo, pasando por la Vuelta a España y el Giro de Italia, Merckx escribió su nombre en los anales de la historia ciclista con letras de oro. Como grandes hitos quedan las cinco victorias de Eddy Merckx en el Tour de Francia y en el Giro de Italia.
Sin embargo, el camino hacia la grandeza no estuvo exento de desafíos y controversias. Merckx fue un competidor feroz, a veces polémico en su búsqueda de la victoria. Su ética de trabajo y dedicación incansable se vieron reflejadas en su obsesión por ganar, lo que generó tensiones y rivalidades en el pelotón.
Además, su carrera se vio empañada por incidentes de dopaje, que llevaron a suspensiones temporales y generaron debates sobre la integridad del ciclismo profesional en la época. Estos aspectos oscuros de su carrera no pueden ignorarse al examinar su legado, pero también sirven como recordatorio de los desafíos y dilemas éticos que enfrentan los atletas en la búsqueda de la grandeza.
En 1978, Eddy Merckx se despidió oficialmente del ciclismo profesional. Su retirada dejó un vacío en el pelotón que sería difícil de llenar. Sin embargo, su influencia no se desvaneció con su retirada; al contrario, su legado sigue vivo en el ciclismo moderno.
Merckx ha dejado una marca no solo como corredor, sino también como embajador del deporte. Después de su retirada, ha continuado siendo una figura influyente en el ciclismo, participando en diversas actividades y eventos relacionados con este deporte. Su contribución a la promoción y el desarrollo del ciclismo es innegable, y su impacto perdura en la cultura ciclista.
En resumen, Eddy Merckx no solo fue un ciclista excepcional, sino una fuerza de la naturaleza en el mundo del deporte. Su enfoque implacable hacia la victoria y su habilidad para superar desafíos lo convierten en una figura única en la historia del ciclismo. A pesar de las controversias que marcaron su carrera, su legado perdura como un recordatorio de la intensidad y la pasión que impulsa a los verdaderos campeones. En el mundo de las bicicletas, el nombre de Eddy Merckx resuena como un eco eterno, recordándonos la grandeza que puede alcanzarse sobre dos ruedas.
¿De dónde surge la idea de hacer este libro?
La figura de Gustaaf Deloor siempre me llamó la atención. No sabría decirte un motivo concreto. Supongo que más que por un hecho puntual todo viene de un proceso de años. Siempre me interesé por las prehistorias de la Vuelta a España, los amagos y envites previos a su nacimiento en 1935. Una historia apasionante, no especialmente conocida, pero que viene ya a bautizar la idiosincrasia de la Vuelta a España. El siguiente paso necesario en esa inquietud por los primeros tiempos de la carrera es Gustaaf Deloor. Y poco a poco vas indagando. Descubriendo. Curioseando. Sobre 2015, mientras andaba documentando un proyecto sobre el ciclismo en Extremadura que ha visto la luz recientemente, profundicé en algunos episodios deportivos del belga. Ese año se cumplían ochenta años de su primera victoria. Pero no encontré muchos guiños onomásticos. Fue un aniversario que pasó por el anonimato. Algo cruel, así lo pensaba, para con todo un primer ganador. Impensable con Luigi Ganna o Maurice Garin. Son tiempos los nuestros en los que homenajes y liturgias no son ajenos en el ciclismo profesional. En ese momento intensifiqué mi atención e inicié unas investigaciones más específicas. Y todos los caminos me empujaban hacia una vida más que interesante: esa experiencia bélica, ese intenso vínculo fraternal con Alfons, ese éxodo a los Estados Unidos, esa vinculación a la misión del hombre a la Luna…
¿Cuál ha sido el proceso de documentación y redacción de este libro?
La obra se sustenta sobre muchísimas horas de hemeroteca. Realmente no las podría cuantificar. Ni tampoco me lo había planteado. Muchas, muchas… Prensa española, también francesa, belga e italiana… Al fin y al cabo el objetivo pasaba necesariamente por todo ese proceso. Y que se disfruta, porque las hemerotecas son lugares apasionantes. De forma paralela han sido fundamentales los testimonios de Eric de Keyzer o de dos familiares de Gustaaf, su viuda Roza y su hija Jeanette. De Keyzer fue el impulsor de los únicos fastos que ese año rememoraron a Gustaaf Deloor, y también a su hermano Alfons. En De Klinge, Bélgica, se descubrió una escultura urbana y se renombró una plaza. También se organizó una exposición sobre la dimensión deportiva de los Deloor y en algunas publicaciones aparecieron artículos sobre su figura. De Keyzer es el custodio de todo ese patrimonio de la historia de este deporte y su ayuda ha sido fundamental en esta aventura. Estoy muy agradecido y esa confianza supone toda una responsabilidad.
¿Qué es lo más sorprendente que has descubierto o crees que más sorprenderá a los lectores?
Gustaaf protagonizó un extraño incidente de aduanas en un puesto fronterizo entre Francia y Bélgica. Para mí fue un descubrimiento fascinante, me impactó. Fue noticia destacada en varios periódicos franceses. Y también en España, aunque días después, el eco de la prensa en aquellos tiempos. Si tuviera que avalar una sorpresa yo apostaría por ésta; pero en la obra también se recuperan otros pasajes de su vida que me parecen no menos sorprendentes. En toda su globalidad, en su vertiente deportiva y en su lado más humano, la vida de Gustaaf Deloor es impactante. Digna de guión.
¿Por qué crees que hay tan pocas cosas publicadas sobre la Vuelta a España?
Quizá por las idiosincrasias de la carrera y de su contexto, simplemente no había llegado el momento de que floreciera esta vertiente. Las prioridades eran otras. Y no se habían estimulado estas inquietudes. Es cierto que con respecto al Tour de Francia o el Giro de Italia la literatura de la Vuelta es mínima. Durante muchísimos años con apenas dos grandes obras, y las dos nacidas en 1985, año en el que se cumplían los 50 del nacimiento de la carrera. Ángel María de Pablos, por un lado, y Chico Pérez y Adrián Guerra, por el otro, firmaron dos iniciativas inéditas que han tenido poca continuidad a través de pequeñas publicaciones de índole diputacional, centradas en ámbitos geográficos muy concretos tanto en lo temático como en la difusión… A día de hoy, yo diría que la obra de referencia es ¡Viva la Vuelta! de Lucy Fallon y Adrian Bell, editada por Cultura Ciclista. Me consta que esta editorial estaba trabajando en un volumen monográfico de fotografías inéditas. Los recuerdos visuales es un campo donde la historia de la Vuelta está por dibujarse. La memoria del blanco y negro existe, pero esparcida en artículos, volúmenes regionales o autonómicos o publicaciones especializadas… El acercamiento editorial al fenómeno de la Vuelta tiene muchos enfoques posibles, algo que se aprecia en el mercado anglosajón, en el belga o en el neerlandés. Y muchos están por estrenarse. Las recomendables memorias de Fernando Astorqui, Mi Vuelta, son un avance en esta dirección. Estoy convencido de que esta internacionalización que está viviendo la ronda española en los últimos años, esa apertura al mundo anglosajón en la que Chris Froome ha sido un embajador fundamental, tendrá sus efectos en el este campo. Miradas foráneas se acercarán a la Vuelta siguiendo el camino de Fallon y Bell.
© Libros de Ruta Ediciones S.L.
Tu editorial y librería on-line especializada en ciclismo.