Bernard Hinault cumple 70 años: el Tejón sigue marcando el ritmo
Hoy, 14 de noviembre de 2024, el ciclismo celebra el cumpleaños número 70 de uno de sus grandes: Bernard Hinault, el último “ciclista total”. Nadie se ganó tanto a pulso el sobrenombre de «Le Blaireau» (el Tejón), pues su personalidad feroz y su capacidad de atacar cuando menos te lo esperabas lo colocan en el panteón de los más temidos y respetados de la historia. Pero, ¿cómo resistiría el Tejón frente a los «monstruos» actuales como Tadej Pogačar o Jonas Vingegaard? Exploremos su carrera y hagamos un pequeño ejercicio de comparación.
Un bretón entre las leyendas
Nacido en 1954 en Yffiniac, en la Bretaña francesa, Hinault ascendió desde carreras regionales hasta el Tour de Francia. Fue un ciclista cuya ambición y temple en competición lo elevaron rápidamente en un ciclismo francés lleno de rivales de renombre. Su palmarés es impresionante: cinco Tours de Francia, tres Giros de Italia y dos Vueltas a España, además de clásicos como París-Roubaix y Lieja-Bastoña-Lieja. En la era actual, parece difícil que algún corredor acumule tanto en tan poco tiempo y con ese estilo tan explosivo.
La agresividad como marca de fábrica
Mientras la mayoría de los ciclistas de hoy planifican sus ataques, Hinault era todo intuición y riesgo. Uno de sus momentos más recordados es el Mundial de Sallanches en 1980. Con una tormenta infernal sobre el pelotón, el Tejón se lanzó en solitario, dejando a sus rivales a kilómetros de distancia. Fue una victoria épica, la de un ciclista que se alimentaba de las dificultades. ¿Te imaginas a un Vingegaard o a un Evenepoel lanzándose en medio de una tormenta sin medir los vatios? Tal vez, no. Pero sí a Pogacar. Seguramente, su victoria en el Mundial de este año es lo más parecido a aquella victoria de Hinault en Sallanches.
Además, Hinault no dudaba en enfrentarse a quien hiciera falta, fuera ciclista, organizador o incluso manifestante. En 1984, al ver a un grupo de huelguistas interrumpir una etapa del Tour, saltó de su bicicleta y los enfrentó a puño limpio. Ese tipo de audacia es algo que simplemente no se ve hoy en día.
Comparando eras: ¿Cómo resistiría el Tejón hoy?
Los expertos en ciclismo han divagado sobre cómo sería Bernard Hinault en la época moderna de datos, sensores y planificación meticulosa. Uno podría pensar que Hinault no se tomaría muy bien la idea de ver cada pedalada calculada al milímetro. En su biografía «Hinault, el Tejón«, el autor William Fotheringham pinta a un ciclista que corría por instinto y era implacable. Para Hinault, era mejor atacar y arriesgar que quedarse en el pelotón esperando el momento adecuado. En cierto modo, sería un ciclista disruptivo entre los actuales, como lo es Pogacar, Van der Poel o Wout van Aert, que desafían la especialización que parecía haberse apoderado del ciclismo desde los 90.
Leyenda en los critériums y un legado que perdura
Hinault nunca fue el típico ídolo de masas, pero su relación con el público se afianzaba en los critériums post-Tour, donde su leyenda crecía cada año. Según describe el autor en las primeras páginas de su biografía, Hinault se enfrentaba con calma a multitudes de aficionados. A diferencia de los ciclistas de hoy, que parecen más accesibles por las redes sociales, el Tejón era casi inalcanzable, y esa “aura de invencible” le añadía un misticismo especial.
Para quienes quieran profundizar en la vida y hazañas de este ciclista inolvidable, recomendamos encarecidamente leer Hinault, el Tejón de William Fotheringham. Captura con detalle la presión y la dureza con que Hinault vivía el ciclismo. Es un libro que permite sentir cómo ese joven bretón forjó su destino a puro esfuerzo, sin comprometer su esencia.
Un brindis por el Tejón
A sus 70 años, Bernard Hinault sigue siendo un modelo a seguir para muchos ciclistas franceses y también un referente para quienes ven en el ciclismo algo más que un deporte de resistencia. Hinault representa una época en la que los campeones no solo competían, sino que vivían con una intensidad que marcaba la diferencia. Su legado inspira a los corredores de hoy, y aunque los tiempos cambien, su manera de entender el ciclismo sigue cautivando.
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