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Peter Sagan: el ciclista eslovaco que deja una huella imborrable

Campeón del mundo Ciclismo Ciclismo en ruta Ciclismo profesional Libros de Ruta Nuestros libros Sagan  1500X500_FotoEncabezadoTwitter_PETERSAGAN-300x100 Peter Sagan: el ciclista eslovaco que deja una huella imborrable El ciclismo de carretera ha sido testigo de innumerables leyendas a lo largo de su historia, pero pocas figuras han dejado una marca tan indeleble como Peter Sagan. El carismático eslovaco, conocido por su estilo único en la bicicleta y su carácter extrovertido fuera de ella, compitió por última vez en el World Tour ayer domingo. Con una carrera repleta de triunfos y momentos inolvidables, Sagan se despide de este deporte dejando un legado que será recordado por generaciones venideras.

Los primeros pasos de Peter Sagan

Peter Sagan nació el 26 de enero de 1990 en Žilina, Eslovaquia, y desde joven demostró un talento excepcional en el ciclismo. Sus inicios en el mundo del ciclismo profesional se remontan a 2009, cuando debutó con el equipo italiano Liquigas-Doimo. Desde el principio, Sagan dejó claro que era un corredor especial, ganando en 2010 su primera etapa en la París-Niza o el Tour de California a los 20 años y consiguiendo su primera victoria en una etapa del Tour de Francia en 2012. Antes ya se había llevado dos etapas en la Vuelta a España de 2011.

El dominio de los maillots verdes

Una de las características más distintivas de la carrera de Peter Sagan fue su dominio en la clasificación por puntos del Tour de Francia, que es conocida por premiarse con el maillot verde. Sagan ganó este codiciado maillot en siete ocasiones consecutivas, desde 2012 hasta 2018. Su capacidad para competir en etapas planas, con un grand esprint, y en etapas de media montaña le permitió acumular una impresionante cantidad de puntos a lo largo de estas ediciones del Tour.

Pero más allá de su habilidad en las carreras por etapas, Sagan se destacó por su capacidad en las clásicas de un día. Ganó la París-Roubaix y consiguió la victoria también en el Tour de Flandes en 2016. Su versatilidad y valentía en estas duras carreras de pavé le convirtieron en un corredor único en su especie.

Tres años dorados en el Campeonato del Mundo

Uno de los hitos más destacados en la carrera de Peter Sagan fue su histórica racha de tres victorias consecutivas en el Campeonato del Mundo de Ciclismo en Ruta. En 2015, 2016 y 2017, Sagan se coronó como el campeón del mundo, un logro que ningún otro ciclista había conseguido en tres años seguidos.

Estas victorias no solo mostraron su destreza en carreras de un día, sino que también revelaron su capacidad para superar los desafíos de diferentes tipos de circuitos y condiciones climáticas. Desde Richmond, Virginia, hasta Doha, Catar, y Bergen, Noruega, Sagan demostró ser un corredor versátil y excepcional en cada escenario.

El carácter de Peter Sagan

Además de sus logros deportivos, Peter Sagan se ganó el corazón de los fanáticos del ciclismo por su carácter extrovertido y su sentido del humor. Sus celebraciones únicas en la línea de meta, que incluían bailes y acrobacias en la bicicleta, se convirtieron en su sello distintivo. Sagan también era conocido por su interacción amigable con los espectadores y los medios de comunicación, lo que lo convirtió en uno de los corredores más queridos del pelotón.

La retirada de Peter Sagan

El anuncio de la retirada de Peter Sagan ha conmocionado a la comunidad ciclista. A sus 33 años, Sagan ha decidido poner fin a su carrera en el ciclismo de carretera, aunque no se ha despedido del ciclismo por completo. Planea centrarse en nuevas aventuras en el mundo de las bicicletas, incluyendo la posibilidad de competir en otras disciplinas como el mountain bike o el gravel.

Sagan expresó su gratitud hacia los aficionados y su aprecio por los años que pasó compitiendo en el ciclismo de carretera de élite. Afirmó que lleva consigo innumerables recuerdos y amistades que atesorará para siempre.

Campeón del mundo Ciclismo Ciclismo en ruta Ciclismo profesional Libros de Ruta Nuestros libros Sagan  PeterSagan_RGB_BAJA_2edicion-194x300 Peter Sagan: el ciclista eslovaco que deja una huella imborrable «Mi Mundo» – La historia de Peter Sagan en sus propias palabras

El libro «Mi Mundo» es una oportunidad única para explorar la mente y la carrera de Peter Sagan desde su perspectiva personal. En sus páginas, Sagan comparte sus experiencias, los momentos más emocionantes de su carrera y las lecciones que aprendió a lo largo de los años.

El punto culminante del libro es, sin duda, la narración detallada de sus tres gloriosas victorias en el Campeonato del Mundo de manera consecutiva. Sagan ofrece una visión interna de cómo se preparó para estas carreras, cómo se sintió en el momento y cómo vivió el proceso de convertirse en un campeón del mundo histórico.

Además de sus hazañas en el Campeonato del Mundo, «Mi Mundo» también explora otros aspectos de la vida de Sagan, incluyendo su infancia en Eslovaquia, su relación con otros ciclistas y su evolución como persona a lo largo de su carrera.

El legado de Peter Sagan en el ciclismo de carretera

Peter Sagan ha dejado una huella imborrable en el ciclismo de carretera. Su carácter único y su estilo de carrera agresivo lo convirtieron en un icono del deporte, y sus múltiples victorias en el maillot verde del Tour de Francia, así como en el Campeonato del Mundo, lo colocan en la lista de los más grandes ciclistas de todos los tiempos.

Si eres un apasionado del ciclismo, un admirador de Peter Sagan o simplemente alguien interesado en las historias de superación y éxito en el deporte, no puedes perderte la oportunidad de sumergirte en «Mi Mundo«. Este libro promete ser un viaje emocionante a través de la vida y la carrera de uno de los ciclistas más queridos y exitosos de la historia.

Aunque Peter Sagan se despida de las carreteras, su legado perdurará en la memoria de los aficionados y en las páginas de la historia del ciclismo. Su audacia y carisma han dejado una marca imborrable en este deporte, y su libro «Mi Mundo» es una forma perfecta de recordar y celebrar sus innumerables logros.

¡No te pierdas la oportunidad de sumergirte en el mundo de Peter Sagan y revivir sus momentos más gloriosos!

El día que Merckx se convenció de que podría ser invencible en Lavaredo

De todas las fuerzas hostiles a las que temen los ciclistas la nieve húmeda en las montañas es la que más los intimida. Al caer al suelo se derrite, provocando una rociada constante de agua a temperatura que roza la congelación. En un instante el ciclista se verá empapado por lo que le salta desde abajo, mientras que por encima la nieve cae sobre sus brazos y piernas desnudos, mientras el frío les quema la piel. Además del desafío que supone tener que superar pasos montañosos -algo de por sí formidable bajo temperaturas benignas- los descensos son un infierno helado, en el que unos dedos entumecidos tratan de accionar las manetas de freno sin apenas conseguirlo, mientras que las salpicaduras del suelo y los copos de nieve ciegan los ojos mientras estos intentan discernir dónde queda la siguiente curva de herradura. La hipotermia lleva al cuerpo y a la mente hasta el límite. Eso es a lo que se enfrentaron los ciclistas en la tarde de aquella decimosegunda etapa de la carrera de tres semanas que es el Giro de Italia, cuando la carrera se dirigía rumbo a Lavaredo. Aquella mañana había comenzado a llover en la salida, que estaba en Gorizia, y los estuvo empapando a lo largo de todo el día; pero cuando se acercaron a la ascensión final la lluvia se convirtió en nieve.

 

Por encima de la ciudad de Misurina, la Cima Piccola, la Cima Grande y la Cima Ovest de Lavaredo (Las Tres Cimas) se elevaban como dedos, todas ellas rondando los tres mil metros de elevación, en lo alto de la carretera militar que conduce al refugio Auronzo. Desde 1914 y hasta 1917 estas cimas habían marcado la frontera entre las fuerzas italianas y austriacas; la subida al refugio, a 2333 metros de altitud sobre el nivel del mar, se ha convertido en una de las ascensiones clásicas del Giro de Italia desde 1967. Aquel año, los ciclistas, sufriendo por unos desarrollos nada adecuados y bajo una tormenta de nieve, fueron empujados hasta la cima por los tifosi, por lo que la etapa fue declarada nula; en 1968, para evitar que se repitiera lo mismo, los organizadores pidieron a la policía que se alineara a lo largo de la carretera. Al igual que San Remo, Lavaredo es un lugar clave para el progreso del joven Eddy Merckx en los libros de récords. Aquí, ante la mayor adversidad que había visto el ciclismo de competición hasta la fecha, y a pesar de esa tormenta, Merckx consiguió cerrar un hueco de diez minutos que tenía respecto al grupo de escapados para ganar la etapa y sellar la primera victoria belga en el Giro de Italia.

Cuando llegó a las faldas de las Tres Cimas aquel día, dispuesto a subir la escalinata al Olimpo, Merckx ya sabía lo suficiente sobre el ciclismo profesional. Para un chico católico que había crecido en un pequeño suburbio relativamente cerrado en el que la conformidad lo era todo y en el que se observaban las reglas con gran severidad, el mundo del profesionalismo debió de ser todo un baño de realidad. Como amateur Merckx no había competido demasiado a nivel internacional. No conocía la agresividad común en las carreras italianas. Trataba de no entrar en chanchullos y no compraba ni vendía carreras, a pesar de que al haber ganado tantas carreras desde tan temprano podría haber conseguido una fortuna de hacerlo. Seguro que hubo ocasiones en las que le ofrecieran dinero por «perder» una carrera, pero no hay constancia de que jamás hiciera lo mismo.

(…)

En la salida de la etapa a Lavaredo, el decimoprimer día de carrera, la carrera seguía abierta. Michele Dancelli, el que había quedado cuarto en la Milán-San Remo de 1966 que ganó Merckx, era el portador de la maglia. Era un ciclista rocoso en las carreras de un día, pero como escalador era ramplón y estaba claro que lo iba a pasar muy mal cuando la carrera llegara a los Dolomitas. Merckx estaba en segunda posición, a dos minutos, y entre los favoritos -Merckx, Gimondi, Adorni, Gianni Motta, Italo Zilioli- no había aún nadie que estuviera destacado, así que llegaba el momento de que alguien de este pequeño grupo mostrase sus intenciones. «Llovía en la salida, y era una etapa larga, de doscientos cincuenta kilómetros si recuerdo bien», dice Adorni. «Una tappa mitica». Una etapa para la leyenda.

Al acercarse la penúltima ascensión, el Passo Tre Croce, parecía que un grupo de seis hombres que contaban con una ventaja de diez minutos se disputaría la etapa. Como de costumbre Merckx estaba echando humo por detrás. Todo el mundo apostaba a que Gimondi ordenaría a su equipo endurecer el ritmo desde el principio y evitar así que el belga atacara. Merckx quería ser el primero en soltar el guante, pero Adorni le advirtió que esperara. «No hacía más que repetir “no lograremos atraparlos”, pero yo le decía “espera, todavía no es el momento de declarar la guerra”. Atacó a dos ascensiones de la meta y se escapó. Le pedí al director deportivo que lo detuviera, y me dijo “¿y si me dice que no?”. Y yo respondí “pues si hace falta lo sacas de la carretera. ¡Pero haz el favor de detenerlo!”». Tras un intercambio de opiniones Merckx acabó deteniéndose, simulando un cambio de rueda para que no pareciese que se había detenido de manera deliberada. «En las Tre Croce me miró y le dije “ataca”, Gimondi salió a su rueda y reventó». Tras ello sería el propio Adorni quien saltó en pos del belga. Poco después, cuando el esfuerzo de atrapar a Merckx le pasó factura, el italiano dijo que su líder tendría que arreglárselas solo. «Soy ciclista, no una motocicleta» dijo después de llegar a meta.

Lo que se vio esa tarde en las alturas de Cortina d’Ampezzo fue, básicamente, una carrera de obstáculos, en la que Merckx se abría camino esquivando a los ciclistas que se encontraba carretera arriba, pasando a los que iban más lentos como si estuvieran parados. Ambos grupos, el de la escapada y el pelotón, estaban hechos pedazos. Giancarlo Polidori fue el último en sucumbir, a dos kilómetros de la línea de meta.

Las imágenes de Lavaredo son míticas: Merckx con los brazos descubiertos, apenas visible tras los copos de nieve que caen mientras varios centímetros de nieve se apilan en los márgenes de la carretera, y la gente en la meta cubiertos con impermeables y abrigos. Cruzó la línea, empujó a unos pocos que intentaban mantenerlo erguido y fue cubierto de mantas, todavía con los pies enlazados a su bicicleta por los rastrales. Motta y Zilioli terminaron a más de cuatro minutos, Gimondi a seis… unas diferencias increíbles para una única etapa de montaña. Gimondi, el vigente campeón y favorito tras su victoria en la Vuelta a España aquella misma primavera, apareció más tarde en la televisión italiana con lágrimas en los ojos, pidiendo perdón por haber defraudado a la gente. Los paralelismos con Coppi sobre las carreteras italianas resultaban obvios, y fueron puestos en relieve como correspondía. Los titulares del día siguiente incluían «sua majestia Merckx». Jean Bobet escribió: «Ha resucitado, dándole nuevo lustre, el concepto del campeón que funciona en todos los terrenos, lo que resulta de lo más vivificante para todos nosotros. La última generación de campeones era una generación de especialistas. Van Looy en las clásicas, Anquetil en las vueltas y contrarrelojes, Gaul en las montañas. Merckx es un campeón tanto en las pistas de los velódromos cubiertos durante el invierno, como en la París-Roubaix o en el Tour de Francia». Bobet alababa la sabiduría de Merckx, caracterizándolo como «maduro, con los pies en el suelo, sosegado y deudor de gran parte de sus éxitos a su sentido de la organización. No está disputando una temporada, sino toda una trayectoria». Y no olvidemos que aún no había cumplido los veintitrés años.

El resto del Giro fue un mero formalismo, tal y como se esperaría tras un golpe mortal como ese. Era la primera victoria belga en el Giro, pero ese pequeño logro histórico no significaba nada comparado con la importancia de la victoria para el propio Merckx. Desde que pasó a profesionales había logrado la Milán- San Remo, los mundiales y la París-Roubaix. Se había labrado una gran reputación, había conseguido un fichaje de relumbrón con el que se convertía en el líder en solitario de uno de los mejores equipos del ciclismo y su respuesta fue lograr el Giro. Lavaredo fue el momento de su confirmación. «Una victoria de lo más lógica teniendo en cuenta cómo había corrido, dada su fortaleza física, pero allí comprendió de verdad a lo que podía aspirar», dice Adorni. «Antes, cuando disputaba una carrera por etapas, no sabía de lo que su físico era capaz. No sabía qué podía ocurrir, la fuerza que tenía. Después del Giro y el Tour, hizo lo que quiso».

Fue un punto de inflexión crucial para Merckx en otro sentido: perdió su miedo a las montañas. Se dio cuenta de que ningún escalador era lo suficientemente fuerte como para amenazarlo cuando podía mantener un ritmo y velocidad; podían llegar a sacarle unos metros, pero al final estaba seguro de atraparlos. Esta era la misma regla que habían seguido tanto Coppi como Anquetil, y la misma que seguirían Hinault e Induráin con el paso del tiempo. Merckx también se dio cuenta de que el esfuerzo que le suponía neutralizar a un escalador sobre una montaña no era mucho mayor que el que tenía que hacer en el llano, recuperándose igual de rápido de ambos. Ahora sentía que podía cuidar de sí mismo en todos los terrenos. Estaba listo para el Tour de Francia.

 

Extracto del libro Merckx. Mitad hombre, mitad máquina, escrito por William Fotheringham. Conseguir el libro en ESTE ENLACE

 

Llega EL ÁGUILA DE TOLEDO. La biografía de Bahamontes, ya a la venta

A las puertas del día de libro y de nuestro décimo aniversario, os presentamos este libro escrito por el periodista británico, afincado en España, Alasdair Fotheringham. Se trata de una completa biografía de Federico Martín Bahamontes, el primer español en ganar el Tour de Francia. Fue en 1959. El Águila de Toledo es historia del ciclismo y uno de los últimos testigos vivos de un ciclismo de otra época.

Federico Martín Bahamontes, el Águila de Toledo, es considerado por muchos como el mejor escalador de la historia del ciclismo. El primer español en ganar el Tour de Francia y seis veces campeón de la agotadora clasificación de la montaña, se convirtió en un héroe nacional en una España que trataba de recuperarse después de la devastación y las atrocidades de la Guerra Civil. De hecho, su éxito se debió en gran parte a la guerra.

Cuando la rebelión nacionalista del General Franco se alzó frente a la República elegida democráticamente en 1936, vastas zonas del país quedaron empobrecidas y desesperadas. Al borde de la inanición, el joven Bahamontes se dedicó al ciclismo como un medio para vender productos del mercado negro, antes de darse cuenta de que el deporte le ofrecía un futuro más lucrativo. Siguió una impresionante carrera amateur, que lo llevó a su debut en el Tour en 1954, cuando ganó la clasificación de la montaña en su primer intento. El éxito y un estilo de correr carismático, pero temperamental, le dieron fama en casa y en el extranjero, así como controversia.

Hoy, a pesar de su apropiación por el franquismo, sigue siendo el padrino del ciclismo español y un excéntrico deportista con una fuerza de voluntad fenomenal. También es uno de los pocos testigos vivos de la época dorada del ciclismo y, como descubrió Alasdair Fotheringham cuando lo entrevistó para esta apasionante biografía, está más que listo para contarlo.

El libro, que estará disponible en librerías a partir del 20 de abril, puede comprarse ya en preventa en el siguiente ENLACE

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