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El Afilador Vol. 2 sigue explorando en la historia de la Vuelta a España

Ciclismo en ruta El Afilador Juanfran de la Cruz Libros de Ruta Nuestros libros Vuelta a España  El-afilador_vol_2_web_3d El Afilador Vol. 2 sigue explorando en la historia de la Vuelta a España De la misma manera que lo hiciera en El Afilador Vol. 1, el periodista Juanfran de la Cruz vuelve a fijarse en la Vuelta a España para escribir el reportaje que publicamos en El Afilador Vol. 2. Si en el primer número se fue hasta la prehistoria de la gran ronda por etapas española (no en vano, analizó diversos intentos realizados en los años 20 del pasado siglo para poner en marcha una Vuelta a España a semejanza del Tour vecino), en el 2º número de El Afilador, Juanfran de la Cruz se centra en la primera Vuelta a España de la etapa moderna. La Vuelta de 1979.

El periodista extremeño, un estudioso de la historia de la Vuelta a España, también ha escrito una biografía sobre el belga Gustaaf Deloor titulado «De la Vuelta a la luna». Gustaaf Deloor, un nombre casi desconocido, fue el vencedor de las dos primeras ediciones de la ronda española. Este libro, ganador del II. Certamen de Literatura Ciclista «Un libro en ruta», será editado el mes que viene por Libros de Ruta. Mientras tanto, os dejamos con unos extractos de «La Vuelta del milagro», el mencionado reportaje sobre la Vuelta de 1979 que hemos publicado como parte de El Afilador vol. 2:

Y llega el 27 de enero. Aquella jornada del primer mes de 1979 resulta un día aciago para el mundo del ciclismo. El diario El Correo, el mismo rotativo que había rescatado la Vuelta en 1955 con un presupuesto de seis millones de pesetas1, el mismo periódico que la apuntaló en el calendario internacional, que la sostuvo con todos sus bríos, que la mimó con la pasión de las carreteras vascas y la convirtió en la tercera grande, porque así fue y su dinero costó el lograrlo, informa en sus páginas que se ve obligado a desentenderse de su organización. Al menos, temporalmente. La renuncia no es un capricho. Eso se esgrime. Pero lo cierto es que la Vuelta amenaza con derrumbarse. El anuncio es de calado y la agencia EFE se hace eco de una noticia que al día siguiente aparece en una amplia mayoría de medios impresos, generalistas o especializados. No es para menos. Es la Vuelta a España, una referencia del mundillo del pedal. En otros tiempos más recientes, esa dejación hubiera sido carne de trending topic. Seguro. La información conmociona por tratarse de la protagonista de la que se trata. Una competición de primer orden. “Por ambiente y organización, la Vuelta a España ha alcanzado un nivel similar al del Tour”, que la bendice tiempo antes el mítico periodista francés Gastón Benac2. Para colmo e inoportunismo la renuncia llega en el año en el que la carrera va a alcanzar sus bodas de plata bajo la tutela de El Correo. Y con el comienzo de su disputa a la vuelta de la esquina. El calendario internacional dice que el 24 de abril debe iniciarse la carrera. Faltan menos de tres meses. Dramático. No hay tiempo.

A ojos de muchos, la renuncia es inevitable. Por muy previsible. El propio Javier de Dalmases se extraña unos días antes por el hecho de que en años anteriores ya se conocía el trazado de la siguiente edición a estas alturas de calendario. Al periodista catalán le mosquea ese silencio reinante ya entrados en 1979. Es un silencio sintomático. Cuanto menos. Pero los sinsabores no saben ni de guarismos ni de diálogos.

(…)

Cuando El Correo Español-El Pueblo Vasco anuncia, ese 27 de enero de 1979, que renuncia a organizar la Vuelta Ciclista a España está produciéndose un punto de inflexión en la historia de la carrera. De primeras el panorama es el más negro de los posibles, pero acabará alimentando el advenimiento de una nueva época. Un nuevo ciclo. Sí, la Vuelta sabe mucho de momentos, de períodos, de fases. Es ciclismo. Sabe de etapas. Es la más joven de las tres grandes y sin embargo no menos rica en historias y prehistorias que los centenarios Giro de Italia y Tour de Francia. Esa renuncia nos acerca al desembarco de los hermanos Franco, Enrique y Tito, y de Felipe Sainz de Trápaga. Estamos a las puertas de la Vuelta gestionada por Unipublic. Durante los primeros años, en colaboración con un Comité de Organizaciones Ciclistas creado por la Federación Española precisamente en este 1979. A partir de 1985, de forma exclusiva.

El desistimiento de El Correo sorprende tanto como alarma. Y alimenta muchas reflexiones. Antonio Vallugera, el notable periodista catalán (de origen aragonés) especializado en ciclismo, muestra sus reticencias en las páginas del medio que durante años fue el principal competidor de El Correo y, en cierta manera, el que con esa rivalidad estimula en su día la puesta en marcha de la Vuelta en aras de incrementar las audiencias. En las páginas de la Gaceta del Norte Vallugera escribe un artículo que titula “La Vuelta a España… ¿sin bodas de plata?”. Allí aborda el estado de la cuestión biciclística desde una perspectiva distinta, avalada por sus numerosas fuentes y por su gran conocimiento de los entresijos de la carrera: “Puedo asegurar que no es válida la excusa de los problemas económicos, pese a los problemas del país. Puedo asegurar que la Vuelta, con sus 40 millones de pesetas de presupuesto, está cubierta. Lo que más me duele es que no se haya dicho la verdad”.

Vallugera asegura que la organización no ha dejado de trabajar en ningún momento en la parcela deportiva, algo extraño si la economía estrangula su porvenir y se prevé una retirada. En este sentido, explica, José Luis Albéniz ha mantenido una intensa actividad en pos de asegurarse una buena participación. Esa, la concurrencia, siempre ha sido una importante labor. Ingrata. Difícil. Rodeada de negociaciones. Para cuando El Correo revela su renuncia, el bilbaíno ha contactado ya con el italiano Francesco Moser, campeón mundial en 1977, subcampeón en 1976 y 1978; y también se ha visto con el neerlandés Joop Zoetemelk y con el belga Michelle Pollentier, entre otros. Unos intercambios de impresiones y unos encuentros con nombres propios y con equipos que vienen a confirmar que la Vuelta, si bien igual no está muy viva tampoco anda en estado crítico; y también que la cuestión del dinero, hasta ese momento, no parece haber importado en exceso. Es más, cuenta Vallugera que Albéniz le ha arrancado a Moser el visto bueno para competir en la Vuelta a España y en el Giro de Italia en 1979. Otros periodistas no tienen tanta suerte. Cuando han intentado contactar con Albéniz, no han podido dar con él. En todas sus comunicaciones solo han encontrado evasivas de su secretaria o mensajes del tipo “no está, se encuentra de viaje”.